TomSoDak, una segunda visita
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- 27/12/2019
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Otra vez estaba con Tom en su departamento. Los dos listos para comenzar a luchar. Era la revancha de la primera lucha que habíamos tenido. En la primera había ganado yo, y quería repetir la hazaña; pero obviamente Tom también quería ganar y como era más grande y musculoso que yo, tenía ventaja. Sobre todo tenía la ventaja del orgullo. La última vez no solo había perdido contra mí, un tipo más flaco y menos experimentado, sino que se había llevado una pequeña humillación que le regalé: cinco golpes en los testículos. ¿Dije cinco? Fueron siete. Pobre Tom, se había quedado inmóvil en el suelo de su departamento. Pero, hombre como era, me había vuelto a invitar para una revancha. Y aquí estábamos de nuevo.
Decidí llevar unas mallas de lycra blanco con rojo, como de lucha libre profesional, y debajo unos tights rojos, por si Tom se burlaba de mí. Tom llevaba unos shorts de lycra negros, parecían speedos square legs. Cuando me vio soltó el comentario enseguida:
Nando con mallas rojas
"¿Qué traes puesto?" me preguntó.
"Es mi traje de lucha tipo WWE," contesté un poco orgulloso y un poco apenado.
"¿Y vas a pedir que te llame con tu nombre de luchador también?" me dijo.
"No," me reí, "es solo porque me gusta mucho la lucha libre y siempre he querido luchar como un luchador profesional, es todo."
"Ok," dijo sin más comentarios sobre mi traje, "si ya calentaste, vamos a empezar. Van a ser otra vez tres caídas. Quien gane dos, gana."
"Perfecto," contesté. Tom me dio una mirada de aprobación, y después dijo en voz un poco baja "me agrada la idea de una lucha como las de la televisión".
Empecé a moverme con más velocidad estirando mis extremidades, preparándome para comenzar la lucha. Me gustaba estar de nuevo en el departamento de Tom. Su gimnasio/ring era fascinante de ver. El espacio era muy cómodo para una lucha como la que habíamos tenido la última vez. Pensé que tal vez sería bueno buscar un ring público dónde luchar más profesionalmente.
Estaba perdido en mis pensamientos, moviéndome dentro de mi propio espacio, cuando sentí un golpe en la espalda, justo debajo de la nuca, que me lanzó hacia enfrente y me hizo chocar contra las cuerdas en el extremo donde se ubicaba el poste. Sorprendido apenas pude voltear mi cuerpo para ver a Tom lanzar su segundo ataque, un antebrazazo al pecho que me lanzó contra las cuerdas de nuevo. Reboté con la espalda y el impulso me aventó de frente a Tom, quien me recibía con su rodilla en la ingle. Solté un grito de dolor que me sacó el aire.
"¡¡¡¡¡¡OOOOUUUFFFF!!!!!!" mis huevos explotaron y caí al suelo.
"Bienvenido de vuelta, Nando. Te dije la vez pasada que era la última vez que limitaba mis golpes. Y me debes varios de esos." Dijo Tom, mientras se acercaba a mí.
Puso su pie en mi espalda. Yo estaba boca abajo, con los ojos cerrados y las manos en mis partes soportando un intenso dolor. Sentí que Tom me tomaba de los brazos y me obligaba a dejar de sobarme los huevos. Yo no tenía muchas fuerzas para evitarlo. Parado detrás de mí me tomó de las muñecas y jaló mis brazos hacia él mientras ponía un pie en mi espalda. Me estiró para lastimarme más; yo solo podía quejarme. "¿Qué te parece esta lucha 'profesional' Nando?" me dijo, y luego soltó mis muñecas y puso más presión con su pie en mi espalda para estrellarme contra la lona. Caí de boca golpeando mi cara contra el suelo y acomodé mis brazos en ambos lados de mi cabeza. Me dolía la nariz, la cabeza, la espalda, los brazos y los huevos. Me di cuenta que había dos opciones. O iba a ser una lucha corta, o iba a ser una lucha muy larga. Pero desde el principio me di cuenta que yo no iba a pintar mucho en ella, solo iba a ser el jobber de Tom fuera lo que fuera que durara la lucha.
Todavía mareado sentí el pie de Tom pateando mi costado para que me volteara. No reaccioné de inmediato, por lo que tuvo que patear mis costillas un poco y luego empujarme con la planta de su pie cuando levanté un poco mi cuerpo. Volvió a empujar mi pecho hasta que quedé completamente boca arriba. Lo vi levantar su pierna y luego sentí la planta de su pie en mi paquete. Mi reacción fue tomarlo con mis manos, su reacción fue poner más presión. Lo dejó ahí alrededor de 25 segundos, tal vez más. No me dolía, solo era incomodo, sobretodo cuando lo movía para poner más presión.
Tom quitó su pie de mis huevos y lo levantó. Yo me cubrí mi sexo por miedo a que fuera a bajar el pie con fuerza, pero no lo hizo, por lo menos no en mis huevos. Tom dejó caer su talón en mi abdomen y me sacó el aire. Me hizo doblarme y me cubrí el estómago. Luego cayó Tom de rodillas sobre mí y me empezó a golpear la cabeza y la espalda. Yo era un dummy de entrenamiento prácticamente.
Tom me puso de espaldas contra el piso y puso sus rodillas sobre mis brazos. Me tomó de la barbilla y me dio una cachetada. "Eres mi perra esta lucha, Nando. Voy a hacer contigo lo que quiera." Me dio más cachetadas, algunas leves, algunas no tanto. Yo trataba de retomar fuerzas para reaccionar, pero era muy difícil; Tom era pesado y yo estaba completamente sometido.
Se me ocurrió intentar liberarme de Tom apoyándome con los pies y tratando de levantar mi cuerpo para desvalancearlo y poder quitármelo de encima, p
ero resultó ser un error. Tom apenas se movió como su estuviera en un toro mecánico en la velocidad más baja, pero no le gustó mi rebeldía. Todavía con una mano en mi barbilla, lanzó su otra mano hacia atrás y me agarró de los huevos. Jugó un poco con mi paquete para mejorar el agarre y apretó ambos testículos con fuerza.
"¡Aaaagggghhhh!" fue lo único que salió de mi boca mientras mis bolas eran torturadas.
"No te muevas Nando," me dijo Tom. "Creo que no entendiste cuando te dije que esta lucha vas a ser mi perra." Y apretó más mis huevos. Solté un gemido y usó la mano que tenía en mi barbilla para tapar mi boca. Se acercó a mi cara sin soltarme. "Tus huevos son míos hoy."
En un movimiento que no puedo explicar, volteó su cuerpo para quedar viendo mis pies; su culo casi en mi cara. Sin soltarme de los huevos se puso a golpear mi abdomen, y cuando encogía mis piernas como instinto para tratar de protegerme, solo tenía que apretarme más de las bolas y estirarlas hacia arriba para dejar libre otra vez el espacio y golpear mi abdomen más.
Por fin me soltó y se levantó. Me tomó inmediatamente de los pelos y me llevó hasta las cuerdas. Todo mi cuerpo estaba adolorido ahora. Mis músculos no reaccionaban. Me aventó de espaldas hacia las cuerdas, y pasé mis brazos por encima de la cuerda superior. Tom se puso frente a mí como si me fuera a abrazar pasando sus manos hacia mi espalda. Bajó la cuerda superior y amarró mis brazos entre la segunda y la tercera cuerda. No era que no me pudiera zafar de ese amarre, pero estaba muy cansado para intentarlo. Quedé de rodillas con los brazos estirados a los lados.
Tom empezó a patearme el pecho y el estómago. Cada golpe me quitaba más fuerzas. Luego Tom se fue al otro lado de las cuerdas, para quedar detrás de mí. Puso sus manos en mi barbilla de nuevo y empezó a jalar hacia él. Mi cuerpo se arqueó hacía atrás, mi espalda estaba en agonía. Tom me mantuvo así un rato, mientras yo solo soltaba gemidos de dolor. Mi cabeza se fue hasta atrás y mi cuerpo se arqueó hacia arriba. Tom jaló más mi barbilla y luego me soltó. Aliviado regresé a mi posición, hincado sobre la lona y mi cara viendo hacia abajo.
Luego me dio un golpe entre las piernas por detrás. No me esperaba ese golpe que dolió mucho. Instintivamente junté mis rodillas. Tom pasó su brazo alrededor de mi cintura y bajó su mano lentamente hasta mi paquete. "¿Qué tenemos aquí?" preguntó irónicamente. Comenzó a abrir y cerrar su mano en mi paquete estrujando todo lo que encontraba. A veces no me dolía porque me agarraba la verga, pero cuando le atinaba a uno o a ambos huevos, el dolor era irreal. Después de un rato decidió fijar bien el agarre en mis huevos y apretar fuertemente sin que yo pudiera defenderme. Antes de soltarlos los torció para aumentar el dolor (si es que fuera posible aumentarlo). Me soltó y me dejó ahí colgado mientras caminaba alrededor de las cuerdas y se ponía frente a mí.
Yo seguía hincado y mirando hacia abajo cuando vi que sus pies estaban llegaban hasta mí. Levanté la cara y vi justo delante de mis ojos el paquete gordo de Tom. Lo único que pude pensar es que quería soltarle un golpe fuerte y directo en medio de las piernas. Me hubiera encantado ver la cara de sorpresa de Tom, echando el culo para atrás y agarrándose los huevos mientras se hundía de dolor. Pero eso quedó solo en mi imaginación.
"Párate," me dijo Tom. Yo quería obedecer inmediatamente pero me tardé por el dolor que sentía y la incomodidad de tener los brazos entre las cuerdas. A Tom no le gustó mi lentitud. Puso dos dedos en mis fosas nasales y me obligó a ponerme de pie. Luego puso sus manos en mi pecho clavando sus dedos detrás de mis músculos. "Así me gusta verte," me dijo. "Indefenso". Se alejó un paso, me tomó de una pierna y la levantó haciéndola un poco hacia un lado para darme una patada en los huevos. La patada me pegó directamente en ambos testículos. Traté de juntar mis piernas pero Tom era tan fuerte que no pude soltarme de su mano. Me dio otro golpe con el brazo que tenía suelto: lo pasó justo entre mis piernas y me levantó del impulso. Mis brazos se zafaron de las cuerdas y mi cuerpo salió volando quedando yo colgado en su espalda alta con mi paquete en su hombro. Tom dio unos cuantos saltos, en cada uno mi paquete se estrellaba contra su hombro. Y luego me aventó a la lona.
Caí de espaldas. Tom no perdió tiempo y me empezó a patear en la espalda baja. "¿Qué más te hago, Nando?" preguntó. "¿Qué otra manera de humillarte se te ocurre?" No contesté. Pero pronto recibí la respuesta. Tom puso sus rodillas en mi espalda, tomó mis pies y los puso en cruz, y los entrelazó con una de sus piernas. Me tomó de la barbilla y me hizo rodar para quedar él de espaldas en el piso con sus rodillas en mi espalda, y yo totalmente arqueado con una mano suya en mi barbilla y la otra en mis pies. Luego soltó mis pies y su mano voló a mi paquete y lo comenzó a jalar hacia él.
Afortunadamente esa tortura no duró mucho tiempo (si a un minuto y medio se le puede decir poco tiempo) porque no era muy cómoda la posición para Tom. Otra vez me estrellé contra la lona cuando me soltó, cayendo boca abajo.
Para continuar y sin dejarme descansar, me levantó del pelo y me llevó contra las cuerdas. Mis axilas en la tercera cuerda y mis brazos colgado hacia enfrente. Me levantó de las piernas para quedar flotando boca abajo y me dio una patada en los huevos. Mis manos quisieron llegar a cubrir mi bulto, pero las cuerdas limitaban su alcance. Tom me dio otra patada en los huevos. Mi cuerpo se encogió. Levanté el culo y traté de llevar mis rodillas al estómago. Por fin reaccioné y pude liberarme de las cuerdas pasando mis brazos por encima y caí al suelo cubriéndome de más ataques a mis genitales por parte de Tom.
No pasó mucho tiempo antes de que sintiera que Tom estaba a un lado mio, en cuclillas. Luego bajó su rodilla sobre mi cabeza y presionó. Con mi mano traté de liberar un poco la presión para quitar mi cabeza de ahí, pero Tom no me dejó. Por fin se levantó y soltó una órden: "Quítate las mallas, Nando," me dijo con voz firme. Yo no di ninguna señal de haberlo escuchado. Entonces Tom se colocó detrás de mi cabeza, me hizo sentarme en la lona con su rodilla en mi espalda, y pasó sus brazos por debajo de los míos hasta que llegaron sus manos a mis pechos, y comenzó a pellizcar mis pezones muy fuertemente, y me ordenó de nuevo que me quitara las mallas.
"Ahhhhhhh," grité al sentir la tortura en mis pechos.
"¿Te vas a quitar las mallas?" preguntó Tom.
"Sí, sí, suéltame ya," supliqué.
"¡Quítatelas!"
Comencé a bajar las mallas como pude y Tom me soltó. Instintivamente llevé mis manos a mis pezones, pero Tom me advirtió que si no me quitaba las mallas me iba a dejar las tetillas moradas. Entonces me levanté como pude y continué bajandolas.
Cuando tenía las mallas en los tobillos, y batallaba para sacarlas sobre las botas que tenía puestas, Tom me atacó y caí al piso. Con su mano tomó las mallas todavía atoradas en mis tobillos. Mis pies se levantaron, ligeramente abiertos. Tom no dudó y dejó caer su pie sobre mis huevos. El dolor fue automático. Tom puso más presión sobre mi paquete mientras intentaba retirar mis mallas completamente. No supe cuanto tiempo dejó su bota en mis testículos, pero me dolió mucho. Me pisaba y ponía más presión cuando jalaba las mallas para retirarlas de mis botas. Al final cayeron mis pies a cada lado de Tom mientras su bota todavía pisaba los shorts que tenía puestos.
Quitó su pie de mi bulto, yo llevé mis manos para cubrirme pero Tom me levantó. Me llevó a las cuerdas y antes de que pudiera reaccionar me dio dos fuertes puñetazos en los huevos. Yo me caí de rodillas en el piso y llevé mi cabeza a la lona. Tom aprovechó para meter su mano entre mis piernas, por detrás, y buscar mis huevos, que eran más fáciles de agarrar con solo los tight shorts que traía. Los apretó, causándome mucho dolor. Yo grité y me vi obligado a levantar mi trasero por el castigo de Tom. Me quedé con las manos y los pies en el piso; mi cuerpo en forma de V invertida. Tom no me soltó. Apretó más fuerte y movió su mano para torturar más mis testículos. Y luego levantó más su mano con mis huevos atrapados, y mis pies dejaron de tocar el suelo.
Totalmente sometido al dolor no pude más que soltar gemidos y soportar la tortura esperando que Tom me soltara pronto. Afortunadamente no tuve que esperar mucho más antes de que lo hiciera.
Cuando por fin mis huevos se vieron libres de la garra de Tom, caí al suelo en posición fetal y me quedé así durante unos momentos. Luego Tom me puso sobre mi espalda, se sentó en mi pecho con su bulto a centímetros de mi cara. Yo no podía moverme y en realidad no quería saber nada; solo podía sentir el dolor en mis huevos.
Tom golpeó la lona una vez:
"¡Uno!"
De nuevo:
"¡Dos!"
Y una vez más:
"¡Tres! Perdiste, Nando."
Yo tenía mis ojos cerrados. Tom me agarró del pelo y movió un poco mi cabeza. "¿Lo dejamos así por hoy, o quieres que pasemos a la segunda caída?" Yo solo moví mi cabeza de un lado al otro. "Muy bien, aquí lo dejamos." Luego se levantó y salió del cuarto, dejándome tirado y pensando si mis testículos todavía servían para algo.
Janos vs Szandor LaVey (el castigo de Rapha) Parte 2
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- 25/6/2019
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Rapha se levantó y puso una mano en el bulto entre sus piernas. Le dolía, mucho. Quería parar la lucha o dejarse ganar para terminar con eso. Sus testículos estaban extremadamente sensibles. Amarrados con agujetas de botas sobre sus lycras, no tenían manera de moverse y la presión aumentaba la sensibilidad de manera extraordinaria. Los golpes bajos que había recibido hasta ahora eran suficientes para dejarlo tirado, pero sabía que no podía terminar el espectáculo. Necesitaba el dinero que ganaba en la lucha libre y no podía darse el lujo de enemistarse con los directivos de la arena. Su papel era el de luchador enmascarado llamado Janos. Sintió dolor en los huevos solo con colocar su mano para sobarlos. Estaba en su esquina, viendo al poste, cuando sintió que alguien lo tomó del hombro y lo obligó a girarse.
Quedó viendo de frente a Szandor LaVey, o Roger, como se llamaba en realidad. Lo vio sonreír. Era obvio que Roger sabía de la situación entre sus piernas. Seguramente lo había planeado con Karen, su ex novia, o bueno, ahora no estaba tan seguro que no siguieran juntos. Karen había sido quien lo había distraído en los vestidores, y luego había perdido el conocimiento, para despertarse con los huevos atados con un nudo imposible de desamarrar. No sabía la razón por la que le hicieron eso, pero tendría mucho tiempo para pensarlo después de la lucha. Ahora lo que quería era que terminara, pero para su mala suerte, al menos quedaba una caída más, y esta podía ser tan larga como Roger quisiera.
Roger tomó a Rapha de la cabeza y lo lanzó hacia la lona azotándolo como látigo. Ya en la lona, sentado con las piernas estiradas, Rapha recibió un castigo a la cabeza, y Roger le empezó a romper la máscara. Roger, hincado detrás de Rapha, jalaba la máscara hacía él con los dedos metidos en los orificios de los ojos. Cuando Rapha puso sus manos para tratar de evitar que la máscara se rompiera por completo Roger aprovechó para enviar su puño volando entre las piernas de Rapha y darle un seco golpe en los huevos. Rapha inmediatamente juntó sus piernas llevándose las dos manos a su paquete y se dejó caer hacia un lado. Roger se levantó y lo empujó con su pie pisándolo en la espalda. El referi, La Anguila, se acercó para advertirle que no volviera a hacer eso. Los dos sabían que la advertencia no serviría de nada.
Roger, en su papel del rudo Szandor LaVey, levantó al técnico Janos y lo llevó al esquinero. Con Janos (Rapha) viendo al público, pasó sus manos por encima de la tercera cuerda y los pasó entre la segunda y tercera cuerda para jalarlos hacía atrás. El castigo era en sí doloroso, y el pobre Rapha solo podía soportar el castigo como buen luchador que brinda un espectáculo a los aficionados. Abajo del ring podía ver a ambos seconds (luchadores secundarios que acompañan a los luchadores estrellas pero que no intervienen en la lucha, al menos no legalmente) viendo el castigo que le aplicaban. Su amigo Sergio, alias Rondo, actuaba como apoyo para el héroe de la lucha, mientras Big Juárez, el second de LaVey, apoyaba a su compañero y buscaba la manera de lastimar más a Janos mientras le aplicaban el castigo. De repente Big Juárez dio un salto y subió al esquinero del ring, y desde fuera tomó con una mano la cara de Janos y con la otra le soltó una cachetada. Rondo reaccionó tarde para defender a su compañero, pero antes de que pudiera volver a golpearlo, LaVey soltó a Janos, y este rápidamente utilizó sus brazos para tomar a Big Juarez del cuello y comenzar a golpearlo al tiempo que Rondo también atacaba al luchador. Pero de pronto Rapha soltó un fuerte grito de dolor. Detrás de él, Roger pasaba su brazo entre las piernas de Rapha y lo impulsaba hacia arriba cargándolo usando los testículos como punto de apoyo. Ni siquiera necesitaba apretarlos, solo con el peso de Rapha sobre su paquete era suficiente para causarle un dolor potente.
Rondo no supo qué causó el grito de Janos, pero se preocupó más por retirar a Big Juárez del esquinero y golpearlo debajo del ring. Siempre se agradecía el espectáculo extra que brindaban los seconds debajo del cuadrilátero.
Mientras, en el esquinero, Janos era sometido. Con el pecho en la colchoneta superior de la esquina, las axilas sobre la tercera cuerda y sus pies flotando, Janos recibía un castigo testicular típico de los rudos. Szandor LaVey disfrutaba de los gritos del público abucheándolo, pero sobre todo de los gritos de dolor de Janos. Normalmente ese castigo era solo para dar show, porque los testículos se mueven y no reciben siempre el peso del luchador. Otras veces el rudo se empeñaba en hacer real el castigo y agarraba con su mano los huevos del luchador al que levantaba para apretarlos un poco e infligir dolor. Pero en esta ocasión, Roger no tenía que preocuparse por el libre movimiento de las bolas de Rapha, sus huevos amarrados no permitían que se acomodaran para escapar el castigo, y aunque era suficiente mantuviera a Rapha en esa posición, decidió subir y bajar el antebrazo para que rebotara y la presión aumentara por instantes. Rapha se retorcía de dolor y encogía las piernas, pero nada hacia que se mermara el tormento.
Después de un minuto de tortura continua, Roger decidió soltar a su rival, no sin antes darle un fuerte apretón de huevos mientras lo levantaba un poco. Rapha solo pudo atiesar las piernas para soportar el dolor, y aceptar la humillación. Finalmente Szandor LaVey soltó a Janos y este cayó al suelo de rodillas sin poder moverse. Roger no lo iba a dejar descansar, lo agarró de la máscara y lo levantó. Se lo llevó caminando al centro del ring para luego lanzarlo contra las cuerdas.
Rapha sentía tanto dolor que lo único que quería era que la lucha terminara, pero mientras siguiera siendo sometido, la lucha iba a durar más, y seguramente Roger lo iba a seguir fauleando. Pensó que tal vez sería una buena idea ignorar el dolor y dar batalla durante un tiempo, y esperar a que Roger luchara de vuelta y lo rindiera, para que así ganara en dos caídas al hilo. Le pareció una buena idea y puso en marcha su plan. Soportando el dolor de huevos que apenas lo dejaba moverse, cuando rebotó en las cuerdas en vez de recibir el golpe que Szandor LaVey tenía preparado para él, tomó fuerzas, dio un salto y se lanzó con unas tijeras a la cabeza de Szandor y giró su cuerpo para mandar volando al rudo, que cayó en la lona. Ese movimiento lo tenía muy bien practicado por lo que cayó de pie en el cuadrilátero y corrió hacia su Roger. Cada paso que daba era una brutal molestia entre las piernas, pero entre más rápido pudiera caer ante su rival, más rápido podría salir de ahí y quitarse esa cuerda de los testículos. Tomó a Szandor de los brazos y le aplicó una llave jalándolos hacia atrás y poniendo su pie en la espalda del rudo. Szandor LaVey comenzó a gritar siguiendo el juego del espectáculo. Durante algunos segundos no podía hacer nada más que soportar el castigo.
Pronto Janos soltó a LaVey y prosiguió a seguir dominándolo. Lo tomó de los pelos y lo levantó solo para girar y lanzarlo como si fuera un muñeco, y cuando cayó en el piso, Janos ya estaba sobre él pisoteándole la espalda. Lo pateó tres veces en la espalda alta y luego dos veces más en la cabeza. Rapha esperaba que Roger se desesperara y quisiera responder a sus ataques, con lo que tal vez pudiera fingir que estaba muy débil y Roger tendría que ponerlo en espaldas planas para que La Anguila contara los tres segundos.
Janos levantó a LaVey y lo acomodó en el esquinero. Lo tomó de un brazo y lo lanzó hacía el esquinero contrario, pero LaVey se plantó con los pies y dio un jalón para que fuera Janos quien saliera disparado hacia el esquinero. Rapha esperaba que esa fuera la reacción de su rival y pudiera aprovechar para dejarse perder. Comenzó a correr hacía el esquinero, impulsado por LaVey y vio que La Anguila estaba muy cerca de ellos viendo todo lo que pasaba; mientras se preparaba para hacer creer que en verdad perdía por verse superado, su plan tomó un curso que no esperaba. Cuando Roger lo lanzó hacia la esquina, no lo soltó del brazo, por lo que dio un giro. Por el impulso volteó todo su cuerpo, y quedó viendo a Roger, y este le soltó una patada sin piedad a la zona de faul.
Lo que el público vio fue que el rudo LaVey, al verse superado por Janos, y en un acto de desesperación, acomodó a su adversario para que quedara de frente a él con las piernas ligeramente separadas, y en un movimiento ruin, digno de un rudo de esa calaña, levantó su pierna con todas sus fuerzas para propinarle un faul al técnico que estaba a punto de remontar la lucha. La espinilla de Szandor LaVey golpeó en zona prohibida al técnico Janos quien cayó de rodillas en el suelo con sus manos en los genitales. La Anguila, el referi en curso, que vio todo muy de cerca no dudó en levantar inmediatamente la mano de Janos declarando su victoria en esa segunda caída.
Con una mano cubriéndose los huevos y la otra levantada a fuerza por La Anguila, Rapha maldijo a todos los dioses por su mala suerte. No solo no había terminado la lucha, sino que había recibido lo que hasta entonces era el peor faul de su vida. Le dieron ganas de llorar del dolor. Escuchaba a Sergio gritando injurias desde abajo del ring, quejándose de la trampa del rudo, pero él lo único que quería era rendirse y largarse de ahí. De la parte baja del abdomen recibía punzadas de dolor que no lo dejaban levantarse. Se quedó tirado hasta que Rondo lo ayudó.
- "Sergio sácame de aquí ya, por favor. No aguanto más, me van a explotar los huevos," le dijo Rapha a su second, Rondo.
- "No podemos, Kuba, ya casi termina la lucha, aguanta," le dijo a su amigo, "no te preocupes, ya es la tercera caída, voy a tratar de apoyarte de alguna manera para que se vaya rápido. Pero no puedo interferir porque eres el técnico, no son formas."
-"Al carajo con las formas, Sergio, te estoy diciendo que me van a explotar los huevos si me vuelven a pegar ahí."
- "Se pueden enojar mucho contigo, Kuba, no te arriesgues," le contestó Rondo. "Vamos, termina y ya."
Sonó la campana, y la tercera caída comenzó. Rapha sentía un intenso dolor en sus partes nobles, pero este no se iba a ir pronto, así que decidió luchar la última caída. Ganara o perdiera, ya era lo último. Se puso de pie y se acercó a LaVey agarrándose su paquete. Le dio mucho coraje ver a Roger riéndose de lo que le acababa de hacer. Trataría de ganarle a como diera lugar, pero sabía que tenía que cubrirse bien, porque su debilidad en estos momentos era cualquier faul que pudiera recibir y que sabía que Roger iba a tratar de conectar.
La tercera caída se llevó a cabo de manera muy normal. Los dos luchadores se lanzaron a las cuerdas, soltaron golpes, aplicaron llaves y cayeron en la lona. Rapha trataba de soportar el dolor que simplemente no se iba; cada azote que su cuerpo recibía enviaba vibraciones dolorosas a sus testículos. Por unos minutos parecía que a Roger se le olvidaba que tenía una ventaja muy grande a su favor.
El climax de la lucha llegó cuando Rapha conectó una certera patada en el abdomen de Roger que le sacó el aire. El luchador LaVey cayó en la lona rodando con sus brazos en el estómago. Aprovechó Rapha para tomar ambos pies de Roger y aplicar un cangrejo para tratar de terminar la lucha. Cuando se estaba posicionando para aplicar el castigo, sintió una vez más un fuerte golpe en los huevos. Soltó inmediatamente a Roger, junto sus piernas y cayó con las rodillas juntas gritando de dolor.
Rapha estaba sufriendo tanto que no pudo ver a La Anguila forcejeando con Big Juárez exigiéndole que saliera del cuadrilátero. Big Juárez había subido para propinarle un fuerte puñetazo a Janos por detrás, y ahora que La Anguila se distraía para sacarlo del ring era el momento perfecto para que Szandor LaVey tomara el control de la lucha, y así sucedió.
Mientras Janos se retorcía en el suelo, LaVey lo agarró y lo obligó a levantarse. Lo llevó hacía el esquinero y pasando su mano entre las piernas de Janos, lo levantó y lo colocó de manera invertida en la esquina del ring. Acomodó los pies de Janos de manera que quedaran atorados en el tirante superior en la posición de tree of woe. Sin perder oportunidad, le dio dos patadas seguidas en el estomago para luego subir un pie a la segunda cuerda y el otro colocarlo en el marcado paquete de Janos. Como otros castigos, ese no dolía tanto si uno se lo proponía. Normalmente los testículos no quedaban perfectamente colocados para recibir el peso del luchador. Tenías que pisarlos repetidas veces aplicando mucha fuerza para que el castigo resultara efectivo. En el caso de Janos, con los testículos atrapados dentro de sus mallas, el dolor era insoportable.
Rapha comenzó a gritar poniendo sus manos en la bota que le aplastaba los huevos sin piedad. Le pedía a Roger que parara. Gritaba "me rindo" esperando que La Anguila detuviera su tormento y declarara ganador a Szandor LaVey. Pero nada de eso pasó. Lo peor era que su second, Rondo, quien trataba de hacer reaccionar a La Anguila para que viera la falta que estaba cometiendo LaVey, solo lograba que el referi se distrajera más. Más de 30 segundos pasaron antes de que LaVey bajara, retirando su pie del paquete de Janos, pero la tortura no terminó ahí.
Cuando LaVey retiró su pie, las manos de Janos fueron inmediatamente a su paquete. Sin embargo no podía hacer mucho más que quejarse y cubrirse, sus pies estaban muy apretados alrededor del tirante, no podría zafarse él solo, menos con el dolor que le habían causado. Szandor LaVey se acercó a él y puso sus manos en los pies de Janos para ayudarlo a retirarlo de donde estaba. Cuando Rapha se dio cuenta de eso, puso sus manos en la lona, para no caer con la cabeza cuando Roger desatorara sus pies.
Apenas había quitado sus manos de su paquete cuando Roger aprovechó el descuido y agarró el paquete de Rapha y lo apretó con fuerza. Rapha, sorprendido por el intenso dolor que sintió, levantó su cuerpo para tratar de cubrirse, pero chocó con las piernas de Roger que estaba parado justo enfrente de él. Roger mantenía una mano en la colchoneta superior de la esquina, y la otra sumergida entre las piernas de Rapha. Podía suponer cuanto dolor le estaba causando a su adversario, y estaba muy contento por eso. Mantuvo así a su victima lo más que pudo antes de verse muy abusivo. Disfrutaba sentir un paquete rígido, fácil de agarrar con su mano, y exprimirlo con fuerza.
Rapha, que ya no podía de dolor, comenzó a llorar. Lágrimas salían de sus ojos y escurrían hacia su frente por estar de cabeza. Los golpes bajos dolían mucho, pero un apretón era diferente, la intensidad no disminuía. Por fin Roger lo soltó y sus pies quedaron libres. Cayó a la lona inmóvil.
Szandor LaVey levantó a Janos que casi no podía moverse, parecía un muñeco. Szandor colocó la cabeza de Janos entre sus piernas y con sus brazos lo levantó de la cintura. Tenía a Janos otra vez de cabeza, y este apenas podía detenerse agarrando a LaVey de las rodillas.
- "Ya es lo último, Kuba. Aquí se acaba todo." Le dijo Roger a Rapha. No recibió respuesta.
Rapha ya no podía pensar. Estaba sufriendo mucho. Esperaba que Roger lo dejara caer directamente hacia abajo para caer sobre su espalda alta y nuca. Rapha sabía que esto es peligroso si no alcanzaba a meter su cabeza así que se preparó para hacerlo. Sería el último castigo para quedar de espaldas y que contaran los tres segundos. Pero Roger no lo dejó caer como él esperaba, sino que empujó a Rapha de la cadera para que cayera en plancha sobre la superficie del ring.
Rapha cayó completamente horizontal sobre la lona, lo que hizo que su paquete se azotara recibiendo su peso. Una vez más un agudo dolor explotó en su sexo. Gritó. Quería rodar y patalear. Nunca había terminado tan doliente de una lucha. Decidió poner sus manos en sus genitales y quedar recostado en boca abajo. Con un pie en el hombro de su rival LaVey giró a Janos para que quedara en espaldas planas. Janos no se movía. Al girar una mano quedó en la lona mientras la otra estaba sobre su paquete. Lo vio, y decidió tomar una pose de victoria. Levantó su pie y lo puso sobre la mano que cubría el paquete de Janos. El luchador se convulsionó un poco al sentir la presión en sus huevos, pero no hizo ningún esfuerzo, ni siquiera cuando LaVey usó su bota para retirar la mano y que quedara firmemente sobre su paquete.
La Anguila contó hasta tres, golpeando su brazo en la lona, y la lucha terminó.
Szandor LaVey levantó los brazos en señal de victoria y pateó el costado del luchador derribado. Subió a la segunda cuerda y volvió a levantar los brazos. La Anguila se acercó a él mientras bajaba de las cuerdas, tomó la mano izquierda de Szandor y lo levantó, señalando que era el vencedor.
Sergio subió al ring y se acercó a su amigo. Le puso una mano en el hombro y lo animó a levantarse.
- "Vámonos, Kuba. Levántate." Le dijo.
- "No puedo, socio," contestó Rapha.
- "Vamos, yo te ayudo, hay que ir al vestidor para cortar esa cuerda," replicó Sergio.
Como pudo, Sergio arrastró a Rapha afuera del ring. Pasó un brazo detrás de su cabeza y con el otro le rodeó la cintura. Rapha daba pasos muy chicos, siempre con una mano en la entrepierna. Caminaron fuera de la vista del público, y Rapha se desplomó en el suelo, con las piernas abiertas.
-"Ya no puedo más, duele mucho," dijo con una voz muy cansada.
Sergio corrió a buscar algo con qué cortar la cuerda, y regresó varios minutos después con una navaja. Bajó las mallas de Rapha lo suficiente para ver directamente el cordón con el que apretaban los testículos de Rapha. Perdiendo todo pudor acercó su mano a la zona privada de su amigo y con cuidado trató de cortar la cuerda. Rapha tenía los huevos sumamente sensibles y cada esfuerzo de Sergio por cortar la cuerda era un castigo más que tenía que soportar. Por fin Sergio pudo liberar los genitales de Rapha y con un último tirón de la navaja sobre la cuerda que hizo a Rapha gritar de dolor, cortó la cuerda y Rapha quedó libre.
Puso una mano para sobar ligeramente sus huevos. Levantó las lycras para despegarlas de su escroto lastimado. Todo era dolor. La sensación de la piel apenas era soportable. No se levantó hasta pasados 20 minutos. Luego le pidió a Sergio que lo llevara a su casa. Ni siquiera quería cambiar su ropa ahí.
FIN
Janos vs Szandor LaVey (el castigo de Rapha) Parte 1
- vuvuser
- 17/6/2019
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“Excelente,” pensó Roger. Al parecer todo había salido como lo planearon. Kuba definitivamente no se veía cómodo, caminaba raro. No pudo evitar mirar fijamente a su entrepierna, se veía extraña, como si no tuviera ropa interior y sin embargo no se movía su paquete.
El luchador se tardó más de lo normal en llegar al ring. Saludó a todos los niños que se acercaron a él. Roger lo espero con impaciencia. Sabía exactamente lo que estaba pasando y tenía muchas ganas de que empezara la lucha. El nombre del luchador que se hacía llamar “Janos” en el ring, era Raphael, pero todos le decían Kuba, porque era cubano. Desde hacía algunos años se había convertido en un luchador muy popular, siempre luchando del lado de los ‘técnicos’, por lo que era considerado el héroe en esta pelea. Roger, quien su nombre de luchador era Szandor LaVey, desde hacía mucho que era rudo, y también desde hacía mucho le gustaba ser el villano, sobre todo por las trampas que tenía “permitido” hacer para dar un buen espectáculo.
El referí, conocido como La Anguila, también era ya muy famoso en la arena. Ahí todos se conocían, los referís, los luchadores y hasta los anunciantes. No era raro encontrar a dos o más luchadores en algún evento social. Pero esta noche pasaba algo fuera de lo común. La Anguila también notó algo raro en el paquete de Kuba, pero no se atrevió a poner mucha atención. Cuando subió al ring y el anunciante lo presentó al público fue más evidente, parecía que tuviera una semi erección, aunque claramente eran los testiculos los que se notaban sobre las mallas.
“Lucharaaaaaaaaaaan, a ganar dos de tres caídas y sin límite de tiempo. En una lucha ‘mano a mano’, en esta esquina, el terror de las tinieblas: Szandoooooooooor LaVeeeeeeeeyy. Y en esta otra, el ídolo de Cuba: Jaaanooooooooos,” gritaba el anunciante. Al escuchar su nombre, Raphael subió a la segunda cuerda en la esquina del ring y levantó los brazos. El anunciante todavía estaba hablando, presentando a los seconds, cuando Roger tomó a Raphael de las mallas y lo tiró a la lona. Acto seguido lo levantó y lo azotó contra el esquinero. Rapha, un poco desconcertado, pero acostumbrado a eso, comenzó a dar el espectáculo.
Como en cada lucha los golpes no son tan dolorosos como los hacen ver los luchadores, ni tan inofensivos como muchos decían que eran. Los golpes dolían, pero el punto importante es que fueran escandalosos, que hicieran más ruido que daño, y los luchadores tenían que actuar como si fuera un dolor insoportable. Y aunque a veces no resultaba todo como se planeaba, rara vez alguien salía lastimado.
Después de la reacción de desconcierto esperada de Rapha, Roger le dio un golpe con su antebrazo en el pecho. Luego lo tomó de un brazo y lo lanzó contra la esquina contraria, y se propuso a hacer lo mismo, pero cuando iba a caer sobre Rapha, este se quitó y Roger se estrelló contra el esquinero. Luego Rapha tomó a Roger para aplicar el mismo movimiento pero Roger reaccionó y le dio la vuelta para que fuera Rapha quien se estrellara de nuevo de espaldas al esquinero. Pero esta vez en vez de caer con su antebrazo en el pecho de Rapha, Roger decidió bajar el brazo y estrellar el dorso de su mano contra el paquete descubierto de Raphael.
“¡Ough!” gritó Rapha mientras se encogía hacia adelante antes de caer al suelo cubriéndose los huevos.
“¡Faul!” gritaba el público, al tiempo que Roger sonreía levantando ambos brazos. La reacción de Kuba era justo la que esperaba. Sabia que La Anguila le llamaría la atención, pero al ser un golpe que normalmente es muy débil, solo sería una advertencia simulada; La Anguila no podía saber qué Rapha estaba sumamente adolorido.
A partir de entonces Roger mantendría los golpes bajos, subiendo la intensidad cada vez para disfrazar el hecho de que sabía cuanto dolor le había causado a al cubano.
Lo siguiente que hizo fue aplicar una llave mientras Rapha estaba todavía en el suelo. No esperaba que Rapha se rindiera, era solo una forma de no verse muy obvio en su plan. Después lo levantó, lo aventó contra las cuerdas y le dio unas patadas voladoras justo en el pecho. Rapha salió volando hacia atrás rebotando en las cuerdas de nuevo mientras Roger se acercaba a él. Lo tomó de un brazo, lo torció y cuando Kuba se agachó por instinto le dio una patada en el abdomen. Ahora con el luchador técnico ya debilitado por los golpes, lo llevó otra vez al esquinero. Pasó sus manos por encima de la tercera cuerda y los estiró hacia él, pasándolos entre la segunda y tercera cuerda. Esto hizo que Rapha se arqueara hacia adelante, y para lastimar más a su oponente, Roger le clavó una rodilla en el abdomen. Esto fue excusa para no verse muy evidente cuando aplicara el castigo que realmente quería aplicar. Unos segundos después de acomodar su rodilla justo arriba del ombligo de Rapha, lanzó una ligera patada que estrelló su espinilla entre las piernas del cubano.
“¡Ouh! No, no,” decía Rapha inmovilizado y con cara de susto. Pero Roger no se detuvo, y comenzó a mover su pierna hacia los lados y hacía arrriba y abajo, de modo que aplastaba el bulto de Rapha. Todo esto lo hacía sin dejar de sonreír, mientras que Rapha comenzaba a gritar más desesperado: “para, para, para, para, ¡aaaaggghhhh!”
La Anguila se acercó a Roger para decirle que soltara a Kuba, y a pesar de que trató de defenderse diciendo que no estaba haciendo nada indebido, el referí empezó a contar hasta diez como ultimátum para que soltara a "Janos". Entonces Roger bajó su pie hasta la lona, sin soltar a Rapha de las manos, pero una vez que La Anguila se alejó solo un poco, le puso la rodilla entre las piernas, sin llegar a darle un rodillazo en seco, pero presionó su bulto hacia arriba hasta que Rapha quedó suspendido, sin tocar el suelo con los pies, solo sostenido por la rodilla de Roger presionando su paquete.
"¡¡¡Ouuuhhaaaaaaagggrrrr!!!" gritó Rapha durante los 10 segundos que duró el castigo. Luego Roger lo soltó completamente y Rapha cayó de rodillas al piso, con las dos manos en sus huevos, y luego se dejó caer completamente en la lona.
Roger lo acomodó boca arriba, y se puso encima de él. Rapha ni siquiera puso resistencia. Normalmente cuando un luchador recibía un faul, este no era muy intenso, y el luchador caía al piso pataleando y revolcándose en la lona exagerando la reacción ante el dolor de testículos. Pero en esta ocasión, Rapha sentía tanto dolor que ni siquiera se podía mover. Espero a que contaran las tres palmadas para que acabara la primera caída, escuchó la campana, y sintió que Roger se apoyaba sobre él para levantarse: una mano sobre el pecho,y la otra, claro, en su paquete. Rapha gimió de dolor y solo se giró hacía un costado para esperar que la agonía se disipara.
23 minutos antes
Rapha estaba en su vestidor terminando de ponerse las botas para salir a luchar. Estaba solo cerrando su locker cuando entró Karen, una luchadora muy guapa que conocía desde hacía algunos años. Era la ex pareja de Roger, el luchador contra el que Rapha iba a luchar en apenas unos minutos.
A Rapha le sorprendió verla ahí, normalmente las mujeres no entraban al vestidor de los luchadores, pero cuando lo saludó con un "hola, guapo" y lo besó en la boca, no le importó mucho. Rapha se dejó llevar porque desde hacía mucho le gustaba Karen, pero como tenía novio, no se había dejado seducir, y ahora que era ella la que se acercaba y aparte llevaba ya tres semanas que había terminado con Roger, no desaprovechó la oportunidad. No entendía por qué se lanzaba tan efusivamente sobre él, pero en ese momento no le importaba.
Karen no se limitó y después de pasar sus manos por el torso y la cintura de Rapha, llegó a su paquete y lo agarró con fuerza. Rapha abrió los ojos ante el agarrón inesperado, y cuando empezó a sentir una erección decidió parar. Karen ya estaba metiendo su mano dentro de las mallas de Rapha, quien las tomó con sus manos y le pidió que parara.
“Voy a salir al ring en unos minutos,” le dijo respirando rápido.
“En diez minutos exactamente,” contestó Karen. “Suficiente para hacer que te vengas. Es de buena suerte, para que no te lastimes.”
Karen, lo miró lujuriosamente mientras metía sus manos de nuevo dentro de las mallas de Rapha, y este, sin estar seguro de que fuera una buena idea, se dejaba llevar por la situación. Karen agarró su miembro y lo empezó a frotar con sus manos mientras se ponía duro. Besó a Rapha en la boca una vez más y lo llevó hasta una silla donde lo empujó para que se sentara. Karen agarró todo el sexo de Rapha con las dos manos y se metió el miembro en la boca. Con las manos jugaba con los huevos, jalándolos y apretándolos un poco. Rapha se dejaba llevar, estaba disfrutando mucho la situación. Cerró los ojos y echó su cabeza hacia atrás. Después de unos momentos de disfrutar el sexo oral que le proporcionaban abrió los ojos porque sintió que pronto se iba a venir. Lo que vió no le gustó nada. Un luchador estaba detrás de él listo para atacarlo. Antes de que pudiera reaccionar ya tenía un brazo alrededor de su cuello. Segundos después estaba inconsciente sentado en la silla con sus partes al aire.
"Te tardaste," dijo Karen mientras se limpiaba la boca.
"Perdón," contestó el luchador al que llamaban Big Juarez y quien iba a ser el second de Roger esa noche, "La Anguila me entretuvo y quería que le ayudara con unas cosas".
"Bueno, ya, pásame la cuerda," dijo Karen.
Big Juarez sacó una agujeta de botas de lucha de su bolsa y se las entregó a Karen. Karen la tomó y comenzó a preparar su objetivo. Le acomodó las lycras a Rapha como si lo estuviera vistiendo. El miembro de Rapha todavía estaba semi erecto. Karen agarró los testiculos de Rapha sobre las lycras y comenzó a amarrarlos con las agujeta. No era una tarea fácil, los huevos de Rapaha eran grandes y Karen tenía que dar varias vueltas para que no pudiera librarse del amarre fácilmente. Hizo un nudo corredizo y atrapó los testículos con el, luego lo apretó y dio varias vueltas con lo que quedaba de cuerda para terminar con un nudo fuerte que Rapha no podría deshacer en poco tiempo.
Al terminar, Karen le puso las mallas de nuevo. El bulto de Rapha se veía extraño, muy grande y no uniforme como normalmente se ven los paquetes de los luchadores. Big Juárez y Karen se apuraron a salir del vestidor antes de que Rapha despertara, dejándolo solo en una esquina.
Rapha se despertó con una cachetada que le dio Sergio, su second. No sabía qué había pasado.
"¿Qué pasó, Kuba?" le dijo Sergio, a quien llamaban Rondo. "¿Qué te pasó?"
Rapha se despertó atontado, sin saber qué hacía casi recostado en la silla del vestidor. Luego trató de levantarse poco a poco, y sintió una fuerte incomodidad en su entrepierna.
"Ya tienes que salir," le decía Sergio.
"No puedo, me hicieron algo," dijo Rapha alarmado.
"Cómo que te hicieron algo, tienes que salir ya, te están esperando y ya sabes cómo se ponen con la puntualidad, la arena está llena," dijo Sergio.
"Si, pero algo me hicieron en los huevos," contestó Rapha agarrando su paquete. "Me amarraron los huevos."
"¿Te amarraron que? ¿Quién?"
"Karen, estaba aquí. Me estaba dando una mamada y luego ya no me acuerdo, y me desperté así." Dijo Rapha mientras se bajaba la malla para mostrarle a Sergio.
"¡Wow, amigo, quítate eso o estás jodido!"
"Ayúdame, mamón."
"Te quiero mucho Kuba, pero no te voy a tocar ahí."
Rapha hizo un esfuerzo por librarse de esa cuerda alrededor de sus testículos pero todo fue inútil.
"No puedo salir así. Retrasa la lucha."
"No puedo, Kuba, ya está retrasada la lucha. Me mandaron a buscarte y me amenazaron con cobrarnos una multa si no salías ya."
"Pero no puedo salir así," dijo Rapha.
"Pues vas a tener que hacerlo, amigo," dijo Sergio. "Protégete bien."
Rapha salió al cuadrilátero y Roger supo que lo tenía a su merced. Rapha sabía que estaba a su merced. Dentro de sus mallas su paquete estaba envuelto como regalo para que con solo tocarlo le causara gran dolor. Rapha sabía que no iba a ser una lucha fácil, y creía que lo mejor era soportarlo todo hasta que terminara.
Sonó el silbato y la segunda caída comenzó.
CONTINUARÁ...
Conocí a Tom en un sitio web de ballbusting. Cada usuario tenía que llenar un perfil con su información y por alguna razón encontré el suyo y comenzamos a platicar. Era un luchador undergorund que al igual que yo tenía una fijación por los golpes bajos. Después de el primer mensaje de saludo comenzamos a platicar sobre nuestros gustos y nuestras experiencias de ballbusting. Lo que me decía es que era buster, lo que quiere decir que prefiere ser quien golpea en los huevos a otros. Le gustaba someter a luchadores con golpes bajos y humillarlos lastimando sus genitales. Me contó cómo había deshuevado a sus adversarios con rodillazos y puñetazos, y cómo también había recibido él muchos faules en la lucha.
Después de algunas semanas de platicar en línea decidimos hacer un esfuerzo por conocernos en persona. Acordamos que yo iría a Dakota del Sur, y pelearíamos en su departamento donde tenía un tapete de lucha grecorromana. Durante las siguientes dos semanas puse mucho esfuerzo en el gimnasio tratando de ganar algo de musculatura para tratar de reducir la diferencia en tamaño contra Tom. A pesar de que habíamos acordado que sería una lucha tranquila, no quería verme tan débil frente a él. Por lo que había visto en sus fotos de perfil tenía todo el look de luchador profesional, y un paquete que invitaba a golpear solo eso.
Afortunadamente Tom me había dicho por mensaje que a pesar de ser buster no le importaba ser bustee de vez en cuando, sobre todo cuando el rival era más débil y necesitaba esa ventaja. Aparte de que más de una vez había accedido a ser el jobber en las funciones de lucha en las que participaba y eso incluía, casi por ley, recibir golpes bajos.
Decidimos primero conocernos en persona en un bar y platicar antes de ir a la lucha. Ambos estábamos de acuerdo con esto porque sabemos que nunca puedes confiar 100% en los perfiles de internet, entonces, para seguridad de los dos nos quedamos de ver en un pub que, según me dijo, estaba cerca de su casa.
Llegué al Paddy's Pub cerca de las 6 de la tarde, después de casi 8 horas de manejar desde Denver hasta Pierre. Tenía solo una mochila con dos cambios de ropa. Entré al bar y busqué a Tom. Ambos habíamos enviado una foto de nuestra cara para reconocernos. Lo vi sentado en una mesa cerca de la entrada y nos reconocimos de inmediato.
"¿Tom?" le pregunté.
"¿Nando?" contestó.
Nos saludamos y después de pedir una cerveza nos sentamos a platicar. Empezamos platicando de mi viaje y de lo que yo hacía en Denver. Después platicamos de lucha y faules que era lo que nos había llevado a estar sentados ahí. Me platicó de cómo le atraía la lucha desde chico y de cuándo comenzó a interesarse por golpear a los hombres en los testículos. Yo le conté de mi experiencia de ballbusting y de cómo también desde chico había tenido una fijación con ver a hombres caer al suelo agarrándose la entrepierna.
Tom era más musculoso de lo que se veía en las fotos que me mostró. No tenía claro si había escogido esas fotos para no asustarme o simplemente había decidido no mostrar fotos recientes. Cuando nos habíamos saludado noté que no era mucho más alto que yo, si acaso un par de centímetros, pero a pesar de que tengo cuerpo atlético y algo de músculo, claramente me veía mucho más pequeño que Tom.
Pronto comenzamos a platicar de la lucha para la que nos habíamos juntado. Tom se sabía en ventaja y me dijo que no le importaba poner poca resistencia. Yo, agradecido con la oferta, le dije que no me importaba tampoco perder una lucha, lo mejor sería medir fuerzas y dejar claro que no necesitábamos lastimarnos. Tom estuvo de acuerdo y al final me dijo una idea que se le había ocurrido.
"Mira, qué tal si luchamos a cinco caídas, y el que gane tres es el vencedor. Gana quien logre que se rinda el otro. Y para que esté más parejo y aparte puedas practicar ballbusting conmigo, te voy a regalar cinco golpes en los huevos," me dijo.
La idea me pareció muy buena. Tendría yo oportunidad de faulearlo cinco veces durante la lucha; incluso podría usar los cinco faules para derrotarlo ya que me especificó que lo podía golpear fuerte, mientras no fuera nada extremo. Por lo tanto, sintiéndome un poco en desventaja de tamaño, le dije que estaba de acuerdo.
Llegamos a su departamento 2 horas más tarde. Entramos a un pequeño recibidor. Frente a mí estaba una cocina integral y a un lado una sala con muebles muy bien cuidados. Tom me mostró dónde había un baño para cambiarme la ropa y me dijo que él se iría a cambiar a su cuarto para luego ir al lugar donde lucharíamos. Me cambié rápidamente, me puse mis briefs azules de lucha, eran mis favoritos, quería verme lo mejor posible contra un luchador semi profesional. Salí del baño y esperé a Tom unos momentos. Luego salió el de su cuarto vestido con singlets de lucha grecorromana rojos. Parecía un luchador de olimpiadas. Se veía aún más musculoso y su paquete quedaba acorde al físico que tenía. En ese momento me dieron ganas de tirar un puñetazo directo entre sus piernas.
Me llevó a su gimnasio, que no parecía que correspondiera a un apartamento de ese tamaño. Tenía una maquina para ejercitarse y un rack con discos para levantar peso. El tapete de lucha abarcaba 2/3 del área del gimnasio, y separando el área de levantamiento de pesas y la alfombra, Tom había instalado un poste con 3 cuerdas del tipo que esperarías ver en un cuadrilátero de lucha, y estás se amarraban al muro. Me gustó mucho ese toque. No había manera de luchar como en un cuadrilátero real, pero tener esas cuerdas ayudaba a sentirse en una lucha de verdad.
"Ok," me dijo Tom, "vamos a luchar a ganar tres de cinco caídas. Quien pierda tiene que decir 'me rindo' o golpear tres veces como señal. Tienes 5 golpes bajos permitidos únicamente durante la lucha, y yo no voy a usar ninguno, pero" (no había habido ningún 'pero' cuando estábamos en el bar, lo que me hizo prestar atención) "si yo gano, al final, te puedo humillar durante 3 minutos y ahí sí voy a poder deshuevarte.”
Acepté gustosamente. Tenía intención de ganar la lucha, pero me parecía justo y aumentaba el riesgo saber que habría un castigo para mí si perdía. Y así, comenzamos a luchar.
Comenzamos rodeándonos y luego lo abracé por la espalda. Quería ganar la primer caída para que por lo menos se alargara a 4, ya que no veía cómo podría vencer a Tom. Su espalda y hombros eran muy anchos, por lo que no intenté rodearlos. Lo tomé por la cintura y traté de derribarlo. Al no tener éxito intenté sacarlo de balance pateándolo en los pies, y funcionó. Ya en el piso forcejeamos porque yo trataba de rodear su cuello con mis brazos. Mi intención era ahorcarlo para sacar la rendición lo más rápido posible, pero Tom era demasiado fuerte y no lograba posicionarme bien. Para mi sorpresa Tom estaba batallando más de lo que pensé para librarse de mí. No estaba seguro si lo hacía a propósito, pero no parecía. Tom es muy fuerte, como ya dije, y no lo voy a negar ni a minimizar, pero me sorprendió saber qué tan fuerte soy, medido contra alguien que se prepara para luchar. Traté de mover mis brazos hacia arriba mientras lo ganchaba con mis piernas alrededor de su cintura pero en ese momento Tom sacudió su cuerpo para tratar de librarse de mi y me sacó de equilibrio.
No logró que lo soltara del cuello pero tuve que retirar mis piernas del amarre que lo tenía. Rápidamente me coloqué de forma que no tuviera que soltarlo del cuello y quedé con Tom de frente a mí, su nuca en mi pecho y mi antebrazo debajo de su barbilla. Comencé a hacer palanca con su cuello y su cabeza como si le quisiera arrancar la cabeza. Tom hacía todo lo posible por librarse, y comenzó a golpearme en las cotillas sin mucho éxito. Yo seguía apretando poco a poco para darle tiempo de que se rindiera, mientras él trataba de moverse sin lograr que mis brazos perdieran fuerza, aparte de que yo tenía una buena posición con mis piernas que me anclaban en el piso. Aproveché esto para cansarlo ya que yo tenía toda la ventaja.
Después de un rato de forcejear y recibir golpes inútiles de parte de Tom decidí poner la presión necesaria para rendirlo. Me sentí muy orgulloso de ponerlo en esa situación de desventaja. Jalé su cabeza hacia mí mientras con mi cuerpo ponía presión. En menos de diez segundos Tom golpeó tres veces el piso rápidamente y lo solté.
"Uno para mí" dije mientras Tom rodaba en el piso para quedar boca arriba masajeando su cuello. Me levanté y empecé a caminar brincando preparándome para la siguiente caída. Pensé que ni siquiera había tenido que faulear a Tom para ganarle y eso me levantó el autoestima. Pero ahora seguro Tom iba a querer ganar a toda costa. Por fin se levantó y me dijo que esta vez no iba a ser tan fácil.
La segunda caída fue similar aunque duró más tiempo. Los dos estuvimos en ventaja más de una vez. En cierto momento Tom casi me tuvo completamente sometido ya que me tenía controlado debajo de él, y con sus piernas me amarró la cabeza, pero el resto de mi cuerpo seguía libre aunque intentaba algo con sus brazos. Yo estaba de rodillas casi en pose de niño tratando de evitar que me sometiera completamente. Tom tenía sus brazos en mi cintura; yo estaba hecho bolita y él estaba arriba de mí. Cuando intentaba liberarme de sus piernas, sentí que tenía fuerza suficiente para ponerme de pie. Al hacer el esfuerzo de levantarme con Tom sobre mí, hizo un esfuerzo para evitarlo y su instinto lo delató porque sentí su mano pasar entre mis piernas hasta mi paquete, pero se detuvo y me agarró del muslo. Grité un poco cuando apretó fuertemente la parte interior de mi muslo, que si bien no es tan sensible como los testículos, no deja de ser doloroso ese castigo. Finalmente me pude poner de pie con Tom de cabeza amarrado a mi espalda con sus piernas alrededor de mi cabeza y sus brazos rodeándome la cintura. No desaproveché mi posición y me tiré hacia atrás cayendo encima de él. Soltó un gemido de dolor y sentí que sus piernas no ponían mucha resistencia ya.
Aproveché ese momento para liberarme completamente y atacarlo tomándolo del cuello. Lo que sigue fue lo más fácil de toda la lucha. Lo ahorqué desde atrás con mis piernas rodeando su torso. Apliqué fuerza con mis brazos y mis piernas al mismo tiempo y Tom se rindió inmediatamente.
Otra vez me levanté brincando y levantando los brazos en señal de triunfo. Me había cansado más esta vez pero claramente le había ganado legalmente a Tom. Al verlo tirado otra vez no me pude contener las ganas de faulearlo. Ya había ganado dos caídas sin necesidad de golpes bajos, si ganaba una más habría desperdiciado la lucha. Así que tomé un rol de heel, que normalmente nunca tomo y me acerqué a Tom.
"No me duras nada, maldito luchador de circo," le dije con tono sarcástico. "Ni siquiera me das buena pelea, pero no creas que te voy a dejar ir sin lo que prometiste." Al decir eso lo tomé de ambos pies, abrí sus piernas y le di un fuerte pisotón en los testículos. Su paquete se veía muy bien marcado por lo que no batallé para atinarle a sus huevos. La reacción de Tom me confirmó que el golpe había sido certero; soltó un grito de dolor, juntó las piernas asimétricamente, y se puso las manos en los huevos. Su cara se ocultó viendo al piso y los gemidos no pararon mientras se sobaba.
Me gustó lastimarlo así, un poco sin que lo esperara y sobre todo, sin ser un arma por verme rebasado. Después de eso le di patadas ligeras en la espalda y las piernas en forma de humillación y juego. Y después de eso recordé que Tom me había amenazado con humillarme si ganaba la lucha, por lo que decidí corresponder con la misma amenaza.
"Una caída más y se termina la lucha, así que creo que te voy a humillar al final para que no sea tan corta," le dije mientras seguía tirado. "Y claro que tu paquete queda disponible para esa humillación. Nada más para subrayar el riesgo de que pierdas una caída más," le dije sonriendo.
La tercera caída comenzó apenas Tom se recuperó del pisotón entre las piernas que le di. Otra vez empezamos los dos de pie y rodeándonos, pero desde el principio sentí un aumento en la intensidad de Tom. Claramente no se iba a dejar ganar. Nos tomamos de la cabeza ambos tratando de derribarnos uno al otro. Tom enredo su pierna alrededor de la mía y dio un giro que nos hizo caer. Traté de levantarme lo más rápido que pude pero Tom ya estaba encima de mí cuando levanté la vista. Me tomó por la cintura mientras estaba todavía en el piso y me levantó para aplicar un abrazo de oso. Si alguna vez he sentido que me iban a asfixiar apretando mi tórax, fue esa vez. Me levantó con fuerza y con sus brazos alrededor de mis costillas comenzó a aplicar presión fuertemente. Pensé en rendirme inmediatamente pero ni siquiera podía hablar.
Después de unos segundos de castigo intenso me tiró al piso; no pude reaccionar cuando ya me tenía boca arriba, totalmente sobre mi espalda y con Tom sentado en mi pecho, cada rodilla suya a un lado de mi cabeza.
"¿Qué te pareció, Nando?" me preguntó sarcásticamente. "Ahora sí estás jodido." Terminó de decir eso y me empezó a cachetear levemente para humillarme más.
Yo solo podía ver su paquete peligrosamente cerca de mi cara. No sabía qué hacer, pero no tenía aire para defenderme. Decidí esperar a que se aburriera y decidiera hacer algo más conmigo. Me jaló de los pelos, me puso los pulgares en los ojos y los hundió hasta que supliqué que parara, me metió los dedos a la nariz, en fin, me humilló un buen rato. Después de unos minutos por fin decidió continuar la lucha, pero primero me dio un sentón en el pecho antes de levantarse.
Tirado como estaba traté de tomar aire y recuperarme rápido. Me levanté para tratar de salvar mi dignidad pero no había mucho que pudiera hacer, estaba cansado y Tom sabía que tenía mucha ventaja. Otra vez nos abrazamos del cuello, pero Tom rápidamente me dio un rodillazo en el estomago. Me encorvé hacia adelante y Tom me rodeó y me tomó de la cintura. Me lanzó hacia atrás en un suplex . Caí de espaldas y Tom dio un giro hacia atrás quedando sentado sobre mis piernas de manera que quedé completamente inmovilizado de nuevo. Estaba de espaldas con mis piernas a cada lado de mi cabeza y Tom sentado sobre ellas. Traté de golpearlo en la espalda y las costillas pero no tenía buena posición y mis golpes no eran efectivos. Tom de nuevo me humilló, esta vez contándome cómo torturaba a sus oponentes en las luchas cuando quedaban en esa posición.
"Tienes suerte, Nando," me dijo. "Normalmente cuando tengo a un luchador como te tengo ahora, no dejo de golpearlo en los huevos hasta que se rinde." Diciendo eso puso su puño en mi paquete sin golpearlo. Hizo esto tres veces más. Se notaban las ganas que tenía de dar un puñetazo con fuerza, pero cumpliendo su palabra, perdonó mis testículos. Mis pezones, por otro lado, no fueron tan afortunados. Tom comenzó a pellizcarme fuertemente y me rendí al poco tiempo.
La tercera caída era para Tom. Pero no me dejó ir tan rápidamente. Antes de eso me recordó como mis huevos estaban a su merced y me agarró el paquete, sin apretarlo. Solo quería que sintiera mi vulnerabilidad. Agarró mis dos huevos y los aseguró en su mano. Sacudió mí paquete ligeramente, y luego se levantó. Mis piernas regresaron a su posición normal, y me quedé tirado unos momentos, recuperándome de la paliza.
Los cinco minutos que me dio Tom para recuperarme me sirvieron bastante, ahora Tom había ganado una caída y aunque yo seguía en ventaja no quería volver a perder otra vez, quería terminar ya la lucha. Ahora estaba seguro de que Tom no se estaba dejando perder y eso me motivaba más a demostrar que le podía ganar.
"¿Listo para otra arrastrada?" me preguntó Tom después de los minutos de descanso. Se había quitado la parte superior del singlet. Su traje de lucha solo le cubría hasta la cintura. Los tirantes caían a cada lado de su cadera.
"Esta va a ser la última caída, zotaco." le dije mientras ponía mis puños arriba en defensa.
Tom me vio y le gustó la idea de combatir, entonces se puso en una rodilla y puso un puño en el suelo, señal de que quería luchar y se posicionaba en desventaja, debajo de mí. Caminé hacia él, me puse a espaldas de Tom y lo abracé por detrás.
"Comenzamos a la cuenta de tres," dijo Tom. "Una, dos, ¡tres!"
Hice fuerza para que no lograra girar. Tom trató de tomarme el brazo para quitárselo de encima pero no pudo. Otra vez trato de girar pero lo detuve firmemente. Después se puso en cuatro puntos y esperó a que yo hiciera el próximo movimiento. Intenté varias formas de vencerlo pero no pude, y finalmente me di cuenta que su objetivo era cansarme. Estúpidamente había caído en la trampa y me sentía desgastado. Intente rodear su cuello con mi brazo, ya que había funcionado antes. Cuando Tom me tomó del brazo con el que trataba de ahorcarlo y giró completamente su cuerpo utilizando todo su peso no pude poner resistencia. Salí volando hacia adelante y caí de espalda frente a Tom. Pero antes de que pudiera posicionarse sobre mí, lancé mis piernas hacía atrás y ganché su cabeza con ellas, de manera que no tuviera toda la ventaja.
Comencé a apretar su cabeza para incomodarlo, pero Tom no era un novato y antes de que pudiera hacerle daño me dio dos puñetazos al mismo tiempo en ambos lados de mi tronco. El dolor me sorprendió y mi amarre perdió fuerza. Forcejeamos un rato y ambos estuvimos en posición de rendir al otro, pero finalmente Tom me tomó de un brazo y rodeándolo con sus piernas que terminaron cruzadas alrededor de mi cabeza, comenzó a aplicar una palanca de la que no tuve oportunidad de librarme. Con mi otro brazo quise golpearlo para quitarle fuerza pero no tuve el menor éxito. Entonces recordé que podía faulearlo, y era una buena oportunidad para hacer valer mi ventaja.
Pensé cuál sería la mejor manera de atacar sus testículos para lograr el mejor efecto, pero mi brazo cubría su paquete y no lograba ubicar sus huevos. Entonces con la mano que tenía libre tomé su muslo y comencé a recorrer su entrepierna buscando hacer algún daño. Pero Tom se dio cuenta de mis intenciones y comenzó a aplicar más fuerza a mi brazo y a apretar más fuerte mi cabeza. Mi mano apenas pudo sentir algo blando e inútilmente traté de apretarlo, pero hasta yo sabía que no estaba causando dolor suficiente para incomodar a Tom; apenas estaba pellizcando la piel. Mi brazo me estaba matando. No tuve otra opción que golpear el piso en rendición.
Tom apretó un poco más mi cabeza hasta que grité de dolor y entonces me soltó. Aliviado me quedé tirado en el suelo mientras Tom descansaba sonriendo recostado sobre su espalda y con las piernas dobladas y abiertas. Mi cabeza retumbaba y mi brazo derecho sentía el dolor del castigo de Tom. Me sentía enojado por haber perdido. Mi ventaja de dos caídas no había servido para nada y ahora solo quedaba la última. Cuando pude levantarme con mis manos para quedar sentado vi a Tom boca arriba con sus piernas abiertas a un lado de mi, sus brazos hacia atrás en el suelo. Levantó un poco su cabeza para verme, estaba sonriendo. Cuando me dijo que íbamos dos a dos, me dio coraje y le solté un fuerte puñetazo en el bulto marcado por sus lycras. No reparé en la intensidad del golpe. Tom gritó de dolor.
"¡¡¡¡OOUUUFFFF!!!!" Lo vi rodar hacía un lado juntando las piernas y poniendo sus manos en su paquete.
Tom comenzó a respirar rápidamente mientras se quejaba del golpe bajo y movía su cuerpo como si estuviera sufriendo ligeras convulsiones. No dejaba de hacer sonidos de dolor.
"¡Jódete!" le dije. "Ahora si voy a tener tiempo para descansar. Ah, y apenas llevo dos faules. Me quedan tres."
Me quedé sentado en el suelo estirando mis brazos adoloridos mientras Tom se retorcía en el suelo, recuperando el aliento y soltando gemidos de dolor de vez en cuando. De pronto me sentí un poco mal de haber golpeado tan fuerte a Tom. Era la primera vez que luchábamos y sentí que había pasado un poco el límite de la confianza. Por suerte no tardó mucho en recuperarse y no parecía sentirse ofendido. Momentos más tarde ya estaba de rodillas, aunque con una mano en su paquete, y tratando de respirar normalmente.
"¿Listo para la última caída?" me dijo mientras se sobaba los huevos. "Te voy a ganar y ten seguro que está será la ultima vez que me contengo de golpes prohibidos. De ahora en adelante cada vez que luchemos será lucha sin reglas."
"Cuando tú quieras, Tommy," le contesté sonriendo.
Mi plan era ganar esa caída a como diera lugar, y tenía tres golpes prohibidos a mi favor. Necesitaba evitar que me rindiera como había hecho en esta última caída, y para eso tenía que ser inteligente.
Me acerqué a Tom, que seguía de rodillas, con su torso desnudo y las lycras ajustadas. Con gestos le hice saber que la quinta caída ya había comenzado. Yo esperaba que toda la pelea se llevara a cabo en el tapete, pero de repente Tom se levantó. Rápidamente me puse de pie yo también para no quedar en desventaja. Para mi sorpresa se acercó a las cuerdas de ring que tenía detrás suyo y se recargó en ellas con los brazos abiertos. Yo me acerqué y Tom tomó impulso empujándose con los talones y salió disparado hacia mí. Con su antebrazo me golpeó el pecho, y yo, sorprendido por el golpe caí al suelo.
De espaldas en el piso sentí el pie de Tom que se apoyaba con fuerza en mi pecho. Cuando abrí los ojos vi la cara de Tom a centímetros de la mía. Me dio una cachetada ligera y no dijo nada. Quitó su pie, se hizo hacia atrás y con las manos hizo un gesto de que me acercara a él. Quería hacerme enojar, al parecer. Decidí que hasta ahora esta había sido una de las luchas más entretenidas que había tenido y Tom había sido muy respetuoso, así que lo mejor era disfrutar la última caída, sin importar quién ganara. Y con ese pensamiento me lancé contra Tom.
Me levanté y corrí hacia Tom. Creo que no se lo esperaba porque reaccionó tarde a mi ataque. Lo empujé con mi cuerpo contra las cuerdas y lo abracé. Con el impulso lo levanté y lo azoté contra el piso. Una vez en el suelo lo quise someter con una llave, pero no logré sujetarlo bien y Tom se acomodó de manera que se apoyó sobre mi para poder ponerse de pie y en el mismo movimiento me cargó. Para mi sorpresa me dejó caer de espaldas sobre su muslo en una quebradora que me sacó un poco el aire.
Tom apoyó su mano en mi barbilla y la otra en mi pierna. Yo siempre había creído que era fácil librarse de una quebradora, en mi mente solo tenías que girar el cuerpo, pero Tom me estaba demostrando que no era así. Movió su brazo que tenía en mi rodilla y lo puso entre mis piernas.
"Si esta fuera una lucha normal, ahorita estarías suplicando que parara el castigo," me dijo mientras movía su brazo hacia arriba y hacia abajo sobre mi paquete. Me quedó claro el daño que me podía (y quería) hacer pero que se estaba conteniendo. Luego puso su mano sobre mi paquete y agarró mis huevos sin apretarlos. "Te tengo de los huevos," me dijo, "si quisiera, aquí se acababa todo."
Después de varios minutos de dolor y gritos míos me dejó caer rodando en el suelo. Quedé boca abajo sin ganas de moverme, mi espalda me estaba matando. De repente sentí el peso de Tom sobre mí. Se había sentado en mi espalda baja, y antes de que pudiera reaccionar, ya tenía mis brazos acomodados detrás de sus rodillas y sus manos en mi barbilla. Comenzó a jalar y yo solo podía seguir gritando.
Luego me soltó y puso mis brazos detrás de mi espalda. Los comenzó a jalar hacia mi cabeza, pegados a mi espalda. Mis hombros recibían un castigo dolorosísimo. Luego se sentó en mis manos y me jaló de los pelos en una humillación total. Mi cabeza se estiraba hacía atrás y yo trataba de no gritar. Tom me tenía totalmente controlado y no había nada que pudiera hacer.
Para mi fortuna, entre los jalones de pelo y la postura de Tom, de pronto sentí algo en mis manos, que todavía tenía inmovilizadas detrás de mi espalda y debajo del peso de Tom. No estaba muy seguro pero era probable que el paquete de Tom hubiera quedado justo en mis manos. Con cuidado de no desaprovechar la oportunidad esperé a tener una buena posición y cuando sentí de lleno el bulto en mi mano derecha cerré mi puño atrapando los testículos de Tom en el proceso.
El ataque fue un éxito, Tom enseguida me soltó y trató de librarse de mi garra. Por suerte tuve un buen agarre y no lo solté cuando movió su cuerpo. Apreté lo más fuerte que pude y comencé a darle órdenes mientras gritaba de dolor. Sentí sus huevos grandes y no sentí compasión, no dejé de apretar ni un poco mientras hacía lo que le decía. "Muévete a la izquierda, ahora a la derecha. No te muevas mientras me levanto o voy a empezar a torcerte los huevos."
Tom me quería pegar, pero cada vez que sentía que iba a hacer algo, le apretaba más fuerte y sus manos automáticamente llegaban a su paquete. No supe cuanto tiempo lo tuve sometido de los testículos, pero no fue menos de dos minutos seguidos. Su voz delataba su sufrimiento. Por último, antes de soltarlo, lo obligué a ponerse de rodillas y poner sus manos detrás de su cabeza. Yo estaba encantado de verle la cara de sufrimiento mientras le decía tonterías para molestarlo más. "Quiero que saques la lengua. Ahora cierra un ojo," apretando fuertemente cada vez que desobedecía.
Una vez que estuvo de rodillas y con las manos en la nuca, lo jalé de los testículos con fuerza y dejé que mi mano exprimiera sus huevos mientras lo soltaba. El pobre Tom soltó un grito de dolor y se tumbó con la cara al suelo y se agarró los huevos.
Con mi pie lo empujé hacia un lado para molestarlo. Cuando estaba sobre su costado, todavía con las manos en los huevos, me dijo apenas pudo hablar "ese cuenta por los tres faules que te quedaban." A lo que respondí que absolutamente no. Pero tampoco importaba. Aprovechando que Tom no estaba en la mejor posición me tomé mi tiempo para amarrarlo en una llave que estaba seguro que terminaría la lucha.
Lo tomé de ambos brazos y le pisé la espalda. Después de lastimarlo unos momentos, me senté en su espalda y puse mis piernas alrededor de su cabeza. Con mis muslos le aplasté el cráneo. Luego lo solté para el toque final: tomé sus pies para aplicar una llave de cangrejo, pero en vez de sentarme en su espalda me hice un poco más para atrás, tratando de sentarme en su cabeza, y con mis piernas inmovilicé sus brazos. Todo su cuerpo se elevó para quedar completamente estirado. Podía ver el bulto de Tom totalmente expuesto mientras sostenía sus tobillos en mis axilas. No tardó mucho Tom en comenzar a golpear el piso.
"¿Te rindes?" le pregunté aunque sabía la respuesta. A lo que apenas pudo contestar "Sí."
Lo solté. Las piernas de Tom se azotaron contra el piso. Levanté las manos en señal de victoria. Tom torció su cuerpo y con una mano se agarró la espalda. Yo lo pateé para que quedara completamente boca arriba y no pude evitar poner mi pie sobre su ingle.
Tom con poca fuerza tomó con sus manos en el pie con el que le aplastaba los huevos. No lo lastimé, era solamente humillación.
"Bien. Gané."
Tom se quedó tirado un rato más, mientras yo caminaba alrededor de él festejando mi victoria. Luego se puso de rodillas y comenzó a estirar la espalda.
Viéndolo de rodillas recordé que todavía tenía dos faules que no había utilizado. Entonces me acerqué a él y lo levanté de un brazo. Me vio con extrañeza y le dije que esto no se había acabado.
"¿Por qué no?" preguntó.
"Ven para acá," le dije mientras lo llevaba hacia las cuerdas de cuadrilátero que tenía. Tom seguía sin entender.
Lo puse contra las cuerdas y pase sus brazos por la cuerda superior y los tomé por debajo. Los jalé un poco y Tom arqueó su cuerpo hacia adelante. Entonces le dije qué era lo que seguía: "Me debes dos faules todavía." En ese momento levanté mi rodilla y le di un golpe directamente entre las piernas. Tom gritó al mismo tiempo: "¡Ooooouuuuuhhh!" Juntó sus rodillas y perdió todas las fuerzas, pero no cayó al suelo porque yo lo detenía. "Me gustó mucho luchar contigo, Tom. Toma esto como la humillación después de la lucha que tanto me contabas."
Lo solté y cayó directo al suelo con sus manos entre las piernas. Yo me quedé viéndolo, disfrutando el espectáculo de la tortura que le estaba proporcionando y pensando cómo lo iba a faulear una última vez. Tom estiraba y encogía su cuerpo tratando de aliviar el dolor. Juntaba las piernas y luego encogía solo una, siempre con las manos cubriéndose los huevos.
Después de dejarlo descansar un poco para que se recuperara del dolor, me acerqué a él, lo puse de espaldas en el piso, y me senté en su pecho viendo hacia sus pies. Tom me suplicó que no le pegara más, pero le dije que no podía desaprovechar ese viaje a Dakota del Sur. Viendo su paquete y pensando en cómo aprovechar mi último faul decidí que sería un puñetazo, pero para que doliera más, tenía que sujetar sus genitales.
Primero agarré su paquete con ambas manos para asegurarme que los dos testículos estaban atrapados, luego con una mano los tomé entré mi pulgar y mi dedo indice. Tom en todo momento gemía de dolor. Entonces levanté mi otra mano y le pregunté si estaba listo, me suplicó que lo soltara. Entonces bajé con fuerza mi otra mano hecha puño, y cayó de lleno en su paquete, atrapado por mi otra mano. Sentí a Tom convulsionarse debajo de mí. Pero no lo solté. Tom gritaba y eso me daba placer. Entonces, solo por maldad y sabiendo que Tom se vengaría en la primera oportunidad, jalé el bulto de Tom hacía arriba; incluso tuvo que levantar la cadera de tanto que lo jalé, y volví a bajar mi puño sobre sus huevos. El grito de dolor fue aun más fuerte que el primero.
Tuve que controlarme para no repetir una tercera vez el castigo. Tenía muchas ganas de hacerlo de nuevo, pero no me atreví; ya había rebasado el numero de faules a los que tenía derecho, y no quise exagerar el castigo.
Solté el paquete de Tom que rebotó cuando se acomodó, y se quedó tirado durante 10 minutos, revolcándose en el suelo y sobándose los huevos. Yo me quedé a su lado, esperando que se le pasara el dolor. Algo le dije pero estaba seguro que Tom no me escuchara.
Habían pasado ya cuatro horas desde que llegué al bar donde nos conocimos en persona. La tarde había sido muy entretenida. Pensé que no me la había pasado tan bien en mucho tiempo, desde que había llegado a Estados Unidos. Si todo se resultaba bien, Tom iba a ser un buen amigo.
Por fin Tom se levantó. Su cara decía que no tenía ganas de hacer nada.
"Te pasaste, Nando," fue lo primero que me dijo.
"Perdón, tenía mucho de no luchar así." Le contesté.
"Ufff, me deshuevaste de manera grosera.Y te pasaste por un faul, eh."
"Sí, lo sé. No me pude contener. Pero en mi defensa, los faules eran solo durante la lucha, esto fue humillación después de."
"Bueno, no me importa. Es la última vez que limito mis castigos contigo. La próxima vez que luchemos, voy a usar todo lo que tengo en mi repertorio." Dijo eso mientras veía mi entrepierna. "Buena lucha, Nando. Gracias por venir."
"De nada," le dije. Y me preparé para despedirme.
Esa noche me fui al hotel cansado, y dormí hasta tarde al siguiente día.
*Historia totalmente ficticia
Sparring con el millonario
- vuvuser
- 21/2/2018
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La arena estaba a reventar. Los boletos se habían vendido completamente un mes antes de lo previsto; el espectáculo prometía mucho. Carlos era dueño de uno de los palcos de ese recinto, pero para esa función pagó por boletos de primera fila; valía la pena. Iba con su novia con la que llevaba saliendo apenas 2 meses y con su mejor amigo Tadeo. Tadeo y Carlos boxeaban juntos en una academia, pero ninguno lo hacía profesionalmente, sin embargo ambos eran muy buenos.
Carlos tenía 25 años, media 1.90m y pesaba 80 kg. Era muy fuerte y atlético; había entrenado box desde que tenía 12 años y desde entonces se había preocupado por su alimentación y más tarde por su musculatura. Se parecía al actor de "Saved by the Bell" Mario Lopez. Moreno, de pelo negro pero atractivo. Su nueva novia era guapísima, se parecía mucho a Ariadne Artiles. Ambos juntos parecían una pareja de artistas de televisión.
Tadeo era menos alto que Carlos pero igual de fornido. Era un año menor que Carlos, medía 1.78m y pesaba 75 kg. Era puro músculo. Parecía un joven y super mamado Chris O'Donnel. Tenía un tatuaje de un Yin & Yang formado por una lechuza y un búho en la espalda. Su físico y su actitud llamaban mucho la atención en el gimnasio. Era una persona muy amable y divertida, pero también era muy competitivo.
Cuando llegaron a sentarse a sus lugares Tadeo vio una cara conocida en el lugar justo detrás de ellos. Era un muchacho que asistía a la universidad donde él trabajaba. Se llamaba Nicandro, pero todo mundo le decía Nikky. Él también era aficionado al box y pertenecía al equipo representativo de su universidad. Al lado de él estaba una chica, y otra pareja. Tadeo lo saludó desde que lo reconoció.
"¡Hola Nikky, qué tal! Mira dónde nos venimos a encontrar," le dijo Tadeo extendiendo la mano.
"¿Qué tal, profe? No sabía que venías a esto. Me gané los boletos en la universidad, 2 boletos dobles, vine con mi novia y un amigo," dijo Nikky levantándose y señalando a la chica en el asiento junto a él. "Mirna, te presento a mi profesor de física." La chica se levantó y se acercó a Tadeo para saludarlo. Era muy guapa, muy joven también, rubia de ojos claros. No se veía muy convencida de querer estar en ese lugar. Al lado de ella se levantó la otra chica que iba con el grupo, se presentó a ella misma, y su novio también se levantó para saludarlo. La otra pareja se veía más desaliñada que Nikky y Mirna.
"¿Qué tal? Hector," dijo el muchacho. "Mi novia, Ana."
"Mucho gusto," dijo Ana.
"¿Eres profesor en la universidad?" preguntó Hector.
"En realidad estoy encargado de impartir los cursos de asesoría a estudiantes," contestó Tadeo. "Lo veo cada dos semanas más o menos."
"Eres un burro, Nikky," dijo Hector.
"Es para ser mejor, no por necesidad," contestó Nikky desde el otro lado. "Oye profe, qué buen trabajo es ser asesor, ¡eh! ¡Hasta para venir al box a los mejores lugares!"
"No, no para nada. Me invitó mi amigo Carlos. Él es el que pagó los boletos. ¿Tu crees que voy a poder pagar esto, y aparte la renta con lo que me pagan en la universidad? Bueno fuera que ayudar a burros a entender física fuera tan redituable." Todos se rieron y Nikky levantó los puños como si fuera a golpearlo.
Carlos volteó hacia atrás y también saludó al grupo de muchachos. No tenía muchas ganas de hacer nuevos amigos, menos cuando eran mucho más chicos que él, pero tenía el mínimo grado de cortesía que le obligaba a sonreír y saludar. Todos se sentaron y cada grupo volvió a lo suyo.
Poco tiempo después comenzó la función y el cuadrilátero no volvió a dejar de ser el centro de atención de todos. Hubo 3 peleas antes de la pelea estelar en la que un boxeador mexicano se media contra uno argentino.
En los últimos tres rounds el mexicano recibió dos golpes bajos muy fuertes, uno en el antepenultimo round, en el que el referi paró el combate, y uno más en el ultimo round que el referi no vio y por el que perdió el combate el mexicano. Por ser la pelea en México obviamente la mayoría de la gente que asistió estaba muy enojada, y al final de la pelea empezaron a abuchear.
Carlos, que era muy apasionado, no dejaba de maldecir al referi por no poner atención. Tadeo estaba de su parte y comentaban juntos el hecho. Pero detrás de ellos un Nikky ya muy tomado, y quién tenía una apuesta que le daba el triunfo al argentino, festejaba la victoria del boxeador extranjero.
"No vales nada," le decía Hector.
"Pues valgo más de lo que valía antes de la pelea porque gané $500 dólares con este boxeador," contestó Nikky ya arrastrando un poco las palabras. "Aparte, que no sea joto, un golpe en los huevos no te hace perder una pelea. Imagínate que estuvieras peleando en la calle, ¿apoco vas a pedir que se pare la pelea, o que le quiten un punto al otro? No mames." Esto último lo escuchó Carlos, que también había tomado unas cuantas cervezas, y no pudo evitar contestar.
"¿Cómo vas a decir eso? estás hablando de un deporte profesional, no de luchitas en tu casa. El argentino debió haber sido descalificado."
"Ay sí, no mames, el boxeador tiene que estar preparado para todo. Aparte a mi me han pegado en los huevos y nunca ha sido para tanto," contestó Nikky, y ya todos los veían a los dos sin meterse en la discusión.
"Quiero ver qué te parecería si un boxeador de verdad te diera un golpe directo en los huevos. Estarías llorando como niña. Pero bueno, se me olvida tu edad. A los 15 años tal vez yo también pensaba que los golpes no dolían."
"Tengo 20, güey, y peleo con boxeadores de verdad. Yo si voy a ser boxeador profesional en unos años, ¿tu qué?"
"Pues yo también boxeo niñito," contestó Carlos, acalorado.
"Pues vamos a darnos de chingazos," dijo Nikky al momento en que Hector y Tadeo intervenían para evitar un incidente en ese lugar.
"Cálmate, cálmate, Nikky, nadie se va a dar de chingazos aquí," dijo Tadeo.
"Sí, güey, ya párale," también le dijo Hector. "No te quieras hacer el muy verguita."
"Pues, ¡a ver!, si dice que no aguanto nada, pues que lo demuestre. Vamos a la uni, nos damos un tiro, ahí hay equipo."
Tadeo, agarró a Carlos de un brazo y le dijo, "ya vámonos, cabrón, ni se te ocurra hacer nada tu tampoco."
"Te espero en mi casa, mañana a las 7 de la tarde, niñito, ahí tengo yo un ring y equipo también," le dijo Carlos a Nikky muy confiado. "Vamos a echarnos un sparring."
"¡No!" dijeron al unísono Héctor y Tadeo cuando vieron que a Nikky le parecía buena idea.
"¡Ya quedó, mamón! Dame tu teléfono."
A pesar de que Hector y Tadeo intentaron disuadirlos de que no era una buena idea y tratando de distraerlos para que se les olvidara lo que estaba pasando, Carlos tomó el numero de Nikky y la cita estuvo hecha media hora después.
.........................................
Dos días después de la pelea de box Carlos estaba en su casa cambiándose de ropa. Eran las siete de la tarde en punto y quería estar listo para recibir a su nuevo contrincante de box. Nikky había accedido a una sesión de sparring con Carlos en la que la regla no escrita es que podían utilizar golpes bajos contra el adversario. Nikky había dicho que en el box debías de poder soportar golpes a los huevos, y Carlos quería demostrarle lo poco que podía soportar.
Carlos era moreno y siempre se había sentido orgulloso de eso. Nunca le había molestado su color de piel pero había habido ocasiones en que esto había sido motivo de burlas, sobre todo en la escuela. Desde chico aprendió a defenderse y cuando tenía doce años entró a una academia de box. Desde entonces aprendió a pelear con técnica y después de algunas peleas contra bullies en la escuela en las que los hizo pedazos, nadie más volvió a meterse con él ni con su color de piel. Esa era la razón también por la que le habían molestado los comentarios de Nikky. La pelea de boxeo era de un mexicano contra un argentino, y Nikky había apostado al argentino, en primer lugar, pero aparte, después de ganar con dos golpes a los testículos del mexicano, ¡Nikky todavía defendía la victoria de este! Esa era razón suficiente para que Carlos quisiera enseñarle una lección a este muchacho de 20 años que acababa de conocer.
Nikky llegó a las 7:30 pm, puntual. Tocó el timbre y una sonido de chicharra indicó que la puerta se acaba de abrir. La casa a la que llegó Nikky no era lo que él esperaba. Era una casa muy lujosa, con jardín al frente y muy amplia. Desde afuera podía ver dos pisos, y pasillos que daban a la terraza en ambos lados de la casa. No se arrepintió de haber aceptado el reto y tenía mucha curiosidad de conocer el espacio donde iban a pelear.
Entró a la casa, se notaba desde el principio que era muy lujosa sin embargo tenía un estilo sobrio. Un intercomunicador se encendió y escuchó la voz de Carlos: "pásale al sótano, aquí estoy". Cuando volteó a ver a donde estaba el origen de la voz vio una pequeña pantalla y alcanzó a reconocer la cara de Carlos, con el brazo estirado que seguramente estaba presionando un botón. Justo vio eso y la imagen desapareció. Dio un vistazo alrededor buscando las escaleras y las encontró del lado izquierdo. Dio otro vistazo, impresionado por la casa y luego bajó las escaleras. Llegó a un pasillo que terminaba en una puerta. Se acercó a ella y la abrió. Entró a un cuarto amplio en donde había todo tipo de accesorios y artefactos para entrenar. Había pesas, un saco de arena para golpear, una pera de box, bicicleta estática, caminadora un tapete para lucha grecorromana y un ring de tamaño oficial. Nikky estaba impactado. En ese momento quería convertirse en el mejor amigo de Carlos y entrenar ahí todos los días.
"¿Así vas a boxear?" preguntó Carlos interrumpiendo su observación del espacio.
"No, traigo mis shorts," contestó Nikky, y se sintió un poco tonto.
"¡Pues órale! ¡Cámbiate! ¿O vienes a platicar?"
Nikky tomó su mochila y empezó a sacar sus cosas. En realidad ya no quería el sparring, quería ver todo el gimnasio a detalle y preguntarle a Carlos por todas las cosas que tenía ahí. Pero luego se acordó por qué había ido a ese lugar y la discusión que habían tenido en la arena, y sintió de nuevo las ganas de golpear a Carlos.
Nikky iba vestido con unos pants negros y una camisa sin mangas blanca. Sacó sus shorts de boxeo y volteó a ver a Carlos para ver si lo estaba viendo porque estaba a punto de quitarse los pants. Carlos ya estaba listo para boxear, aunque no tenía puestos shorts de boxeo sino unos un poco más ajustados, como si fuera a levantar pesas. Vio que tenía lycras abajo de sus shorts; él también traía lycras bajo sus pants, y no pensaba quitárselas para ponerse los shorts, pero como quiera le daba algo de vergüenza mostrar su bulto.
Finalmente se cambió, se puso sus shorts, sus botas y sus guantes. Vio que en un muro había colgados protectores para entrenamiento: caretas y protector inguinal. Su subconsciente lo traicionó y se le ocurrió preguntarle a Carlos si iban a usar protectores para el sparring.
"¿Qué? ¿Ya estas joteando? ¿No fuiste tú el que dijo que los golpes bajos debían de soportarse en una pelea? ¿Ahora te quieres cubrir tu carita y tus huevitos? No me digas que viniste a hacerme perder el tiempo."
"No, no, está bien, es que estoy acostumbrado a usarlos en la universidad," contestó Nikky.
"No estas en la universidad niñito. ¡Subete al ring!"
Se subieron los dos al cuadrilátero y empezaron a caminar alrededor uno del otro. "Quedamos en que no hay reglas, ¿verdad?" preguntó Nikky ya más metido en la pelea. "Sí, niñito, quedamos en eso. Más específicamente: te puedo deshuevar y me puedes deshuevar y esto no se va a detener," le contestó Carlos.
Nikky se acercó a Carlos tratando de ganar el primer ataque. Estaba molesto por la manera en que lo seguía llamando "niñito" y quería demostrarle que sabía boxear y que le podía ganar. Soltó un combinado de tres golpes, el primero iba a la cara de Carlos, el segundo al estomago y luego un golpe de abajo hacia arriba entre las piernas de Carlos. Carlos se defendió de los tres golpes y ninguno llegó a causar el efecto deseado. Pero contestó con dos golpes que le dieron directo en el estomago y en el riñón a Nikky. Este sorprendido por el dolor que sintió encogió los brazos y trato de cubrirse por lo que no pudo reaccionar cuando Carlos le dio un golpe fuerte y directo a los huevos.
"¡Ooouuuggghhhhh!" gritó Nikky y cayó al suelo. Se llevó los guantes entre las piernas y se encogió. Empezó a respirar rápida pero profundamente. Sintió mucho dolor, pero también sintió mucho coraje.
"¿Ya, fue todo? ¿No que mucho aguante de golpes bajos? Con uno tuviste," se burló Carlos.
Nikky se levantó sin decir nada. Con un guante en los testículos adoloridos, estiró cada una de sus piernas. Saltó tres veces y empezó a rodear a Carlos otra vez. Siguieron boxeando, conectando algunos golpes, Carlos recibió dos golpes en la cara y dos en el abdomen, Nikky esquivó un derechazo a la cara pero no vio venir el guante izquierdo directo a la quijada.
Nikky, ya un poco cansado se dio cuenta de que estaba perdiendo la pelea. Decidió intentar algo. Sin dejar de ver a Carlos y cubriéndose la cara con los guantes arremetió contra él pero en vez de soltar un golpe al cuerpo bajó una rodilla al piso y soltó un golpe que le dio a Carlos justo en su paquete. El golpe fue muy fuerte y Carlos soltó un sonido ahogado de dolor.
"¡Mmmmpphhhhh!" fue lo que escuchó Nikky, y sin perder oportunidad, viendo a Carlos doblarse para cubrirse sus partes, lo golpeó directo en un costado de la cabeza. Carlos se cayó al piso.
Se levantó de la lona en menos tiempo de lo que lo hizo Nikky. También se estaba agarrando la entrepierna pero antes de que Nikky pudiera reaccionar ya estaba con los dos puños en alto y atacando a diestra y siniestra. Los primeros golpes no golpearon directamente como él quería, pero después del tercer golpe Nikky no pudo reaccionar tan rápido y comenzó a cubrirse el cuerpo. Los golpes seguían conectando en el cuerpo encogido de Nikky. Tres veces Carlos conectó en los testículos, en desesperación, Nikky soltó uno solo que dio en el bulto de Carlos y lo obligó a retroceder un poco y agacharse.
Aprovechando que Carlos no estaba cerca, Nikky se hincó para descansar del dolor que estaba sintiendo. Volteaba a ver a Carlos esperando que siguiera recuperándose él también. Los dos estaban doliéndose de los huevos; los tres golpes que conectó Carlos no habían sido con toda la potencia, pero el de Nikky sí.
Nikky estaba viendo a la lona, tratando de recuperar su aliento. Cuando volvió a voltear a ver si Carlos seguía ahí lo que vio fue un guante que volaba a su cara. El golpe lo recibió de lleno y cayó de espaldas a la lona completamente aturdido. Carlos lo vio tirado en el suelo y no dudó en dejar caer su puño forrado con un guante de box directo en los huevos de Nikky.
Nikky soltó un grito de dolor al mismo tiempo que ponía sus manos en sus partes nobles y se levantaba para quedar medio sentado. Carlos no desaprovechó la oportunidad y lo golpeó otra vez en la cara. Nikky quedó tendido en la lona, noqueado.
.........................................
Carlos apoyó su guante en la cabeza de Nikky y acercó su cara para verlo. Todavía estaba inconsciente. No creía que hubiera tenido tanto tiempo, suficiente para amarrarlo al saco de arena que colgaba del techo del sótano. Carlos había hecho un buen amarré con lazos que tenía para ajustar el ring.
Cuando Nikky despertó tardó unos segundos para reconocer dónde estaba. Cuando trató de moverse se dio cuenta de que no podía, su cuerpo estaba totalmente inmovilizado. No se dio cuenta entonces pero no tenía sus shorts de boxeo puestos, estaba únicamente con las lycras que llevaba debajo. Carlos estaba frente a él.
"Ya despertó el niñito. Por fin," le dijo viéndolo a los ojos.
"¿Qué haces, Carlos? Suéltame, no mames," dijo Nikky.
"No, no te voy a soltar. Por lo menos no hasta que te dé tu merecido por irrespetuoso," contestó Carlos.
"¿Irrespetuoso por qué? Era sin regl- ¡¡¡oooouuuuuuuuuuuuuughhh!!!" gritó Nikky cuando recibió un derechazo sólido en los huevos. "¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Alguien ayudem- ¡OOOUUGHHH!" Carlos le dio dos golpes más seguidos.
"Cállate, nadie te puede escuchar comoquiera. Si sigues gritando te voy a tener que tapar la boca. Ahora aguántate como hombrecito." Terminando esa frase le pegó tres veces más en los huevos con combinación izquierda, derecha, izquierda.
Nikky gritó y gritó de dolor. Los movimientos que hacía para tratar de soltarse solo lograban que el saco al que estaba amarrado se moviera un poco. Una cadena salía de la base del saco hacia abajo y evitaba que se balanceara.
Carlos comenzó a golpearlo en el estómago. Le dio puñetazos durante 30 segundos seguidos. En cada uno Nikky soltaba un ¡umph! y trataba de ahogar sus gritos. Cuando Carlos se detuvo Nikky comenzó a respirar aceleradamente, solo para detenerse cuando recibió otro par de golpes en los huevos, y su abdomen se contrajo de dolor.
"¿Te parece bien que se permitan golpes bajos en el box ahora?" preguntó Carlos. "¿Crees que los boxeadores se deben de aguantar el dolor?"
"No, perdón, no está bien, suéltame por favor."
"No."
Carlos se acercó a Nikky y le dio un rodillazo fuerte justo entre sus piernas. Nikky comenzó a llorar.
"Awww. Le dolió al niñito."
Carlos se quitó uno de sus guantes, el izquierdo. Acercó esa mano al paquete de Nikky y lo palpó. "Creo que se te inflamaron los huevos." Acto seguido agarró el paquete de Nikky rodeándolo con su mano mientras la cerraba y estirándolo hacia él. Nikky quedó completamente arqueado con los huevos en la mano de su enemigo. El dolor era casi insoportable. Nunca le habían estirado el paquete lejos de su ingle. Se veía redondo y grande. Vio con ojos llorosos cómo la mano derecha de Carlos, la que todavía tenía el guante puesto, tomaba impulso y caía de lleno en su paquete comprometido.
Un trueno de dolor le recorrió todo el cuerpo y comenzó a gritar otra vez. Carlos repitió el movimiento cuatro veces más. El último golpe dejó su guante en el paquete y simplemente aplicó presión. Escuchó con placer como Nikky gritaba mientras sus huevos se aplastaban entre el puño cerrado de Carlos y su guante de box. Carlos movía ligeramente el guante tratando de aplastar todo el paquete completo.
Nikky gritó y gritó. Carlos lo soltó y Nikky regresó a su posicion original, solo para recibir la planta de la bota de Carlos en su paquete lastimado, mientras Carlos aplicar presión otra vez. "Creo que no vas a poder coger este mes, mi querido Nikky. Pero todo esto es para que aprendas a respetar a los compatriotas. La próxima vez, apuéstale al mexicano." Terminando de decir eso quitó su bota del paquete, luego se acercó y con su mano izquierda le agarró los huevos y comenzó a apretarlos, aplicando poco a poco más presión.
"¿Verdad que le vas a apostar al boxeador local?" preguntó sádicamente Carlos mientras aplicaba más presión.
"Si," dijo Nikky llorando, "sí por favor suéltame. ¡Aahhh!"
Carlos le dio un último apretón que hizo gemir a Nikky, luego lo soltó y le dio un puñetazo más con su guante. Nikky volvió a gritar y bajó su cabeza esperando no recibir más golpes.
Carlos caminó atrás del saco y comenzó a desatarlo. Con solo un movimiento de los lazos el nudo que unía todo se deshizo y Nikky cayó al suelo. Carlos se acercó a él y se sentó en sus piernas mientras deshacía todos los otros nudos con los que había amarrado las manos y piernas de Nikky.
Por fin lo soltó por completo y Nikky solo pudo encogerse y poner sus manos entre sus piernas. El dolor de Nikky era indescriptible. No se movió durante algunos segundos. Luego Carlos se acercó a él con la mochila que había llevado. La dejó caer a un lado de Nikky y le dijo: "Lárgate de mi casa."
(para ver fotos la historia con fotos: http://luchayfaules.blogspot.mx/2018/02/sparring-con-el-millonario.html )